Broncodilatador: qué es, cómo funciona y cuándo deberías usarlo
Si alguna vez te ha faltado el aire por un ataque de asma o una bronquitis, seguramente has escuchado la palabra broncodilatador. Es el medicamento que relaja los músculos de tus pulmones para que el aire fluya con más facilidad. En esta guía te explico, sin tecnicismos, todo lo que necesitas saber para usarlo sin preocupaciones.
¿Cómo actúan los broncodilatadores?
Los broncodilatadores son fármacos que llegan a los receptores de los músculos que rodean los bronquios. Cuando se activan, esos músculos se relajan y los conductos se ensanchan, lo que permite que el oxígeno entre y el dióxido de carbono salga más rápido. Hay dos tipos principales: los de acción rápida, que alivian los síntomas al momento, y los de mantenimiento, que ayudan a evitar que los episodios se presenten.
Tipos más comunes y cuándo utilizarlos
Los de acción rápida (como el salbutamol) se usan cuando sientes tos, silbidos o dificultad para respirar. Los llevas en inhalador y puedes tomar una o dos dosis para calmar el ataque. Los de mantenimiento (como el formoterol) se toman todos los días, incluso sin síntomas, porque disminuyen la inflamación y reducen la frecuencia de los episodios. No sustituyen a los de acción rápida, así que ten siempre a mano ambos.
Si eres de los que apenas siente molestias, quizá solo necesites el de acción rápida. En cambio, si los síntomas aparecen con frecuencia, tu médico probablemente te recetará también el de mantenimiento. Nunca combines los dos sin consultar, pues podrías sobrecargar tu corazón.
Los broncodilatadores pueden venir en inhaladores de dosis medida, nebulizadores o tabletas. Los inhaladores son los más prácticos para usar en cualquier momento. Los nebulizadores son útiles en niños pequeños o personas que tienen problemas para coordinar la inhalación. Las tabletas son menos comunes y se usan sólo en casos específicos.
Un error frecuente es usar el inhalador de mantenimiento como si fuera de acción rápida. Eso no funciona porque tarda más en producir efecto. Otro error es olvidar la técnica de inhalación: respira profundamente, aguanta unos segundos y exhala despacio. Si no lo haces, el medicamento no llega a los pulmones y el beneficio se pierde.
¿Qué pasa si olvidas una dosis? No te preocupes, simplemente tómala cuando lo recuerdes, a menos que ya haya pasado mucho tiempo y se acerque la siguiente dosis programada. En ese caso, sáltate la dosis olvidada y sigue con la rutina normal. Nunca tomes dos dosis a la vez para “ponerse al día”.
En cuanto a efectos secundarios, los broncodilatadores pueden provocar temblores leves, latidos rápidos o una ligera sensación de nerviosismo. Si notas algo más serio, como dolor en el pecho o dificultad para dormir, contacta a tu médico. La mayoría de las personas los tolera bien y la mejora en la respiración supera cualquier molestia leve.
Para concluir, un broncodilatador es tu aliado cuando los pulmones se estrechan. Conocer su tipo, la forma correcta de usarlo y los momentos apropiados para cada uno te ayuda a vivir sin interrupciones respiratorias. Mantén tu inhalador a mano, revisa la fecha de caducidad y sigue siempre las indicaciones médicas. Así tendrás el control de tu respiración en cualquier situación.
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