Fluoxetina: guía práctica y consejos para su uso seguro

La fluoxetina es uno de los antidepresivos más conocidos. Pertenece a la familia de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y se usa para tratar varios trastornos del estado de ánimo.

¿Para qué se prescribe la fluoxetina?

Principalmente se receta en casos de depresión mayor, trastorno obsesivo‑compulsivo (TOC), bulimia y trastorno de pánico. También ayuda a controlar la ansiedad generalizada y a mejorar el ánimo en personas con bipolaridad en fase depresiva.

En pediatría, el médico puede indicarla para el TOC y la depresión resistente a otros tratamientos, siempre bajo estricto control.

Cómo usarla de forma segura

La dosis usual empieza con 20 mg al día, tomados por la mañana para evitar insomnio. En algunos casos se aumenta a 40 mg, pero nunca se supera los 80 mg sin supervisión.

Es importante no combinarla con alcohol en exceso ni con otros ISRS sin avisar al profesional, ya que aumentan el riesgo de síndrome serotoninérgico.

Si olvidas una dosis, tómala cuando lo recuerdes, siempre que no falte mucho tiempo para la siguiente. No dupliques la toma.

Los efectos secundarios más frecuentes son náuseas, boca seca, sudoración y temblores leves. Suelen mejorar tras la primera semana. Si aparecen mareos intensos o latidos rápidos, contacta al médico.

La fluoxetina tiene una vida media larga, lo que permite una dosificación única al día. Sin embargo, puede tardar varias semanas en mostrar su pleno efecto, así que la paciencia es clave.

En mujeres embarazadas o lactantes, el uso debe ser evaluado caso a caso. El fármaco pasa a la leche materna, por lo que es fundamental hablar con el obstetra.

Si estás tomando anticoagulantes, antidiabéticos o medicamentos para migraña, informa a tu especialista. La fluoxetina puede interferir con su acción.

Para reducir los efectos gastrointestinales, toma la pastilla con alimentos o una pequeña comida. Beber suficiente agua también ayuda.

Recuerda que la terapia psicológica suele acompañar al tratamiento farmacológico. El apoyo de un psicólogo aumenta las probabilidades de mejoría.

En caso de que quieras dejar la fluoxetina, nunca lo hagas de golpe. El médico programará una reducción gradual para evitar síntomas de abstinencia como irritabilidad o hormigueo.

En resumen, la fluoxetina es eficaz y segura cuando se sigue la prescripción, se vigila la interacción con otros fármacos y se mantiene una comunicación abierta con el profesional de salud.

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